jueves, 15 de noviembre de 2012


   No dejéis de ver este vídeo, o al menos escuchar la canción, de Fernando Caro, un cantante onubense que se ha implicado en este tema que resulta tan doloroso. Fernando ha cedido los derechos que genere esta canción a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, y además va a participar en varios actos para recaudar fondos para las familias que hayan perdido o estén a punto de perder su casa.
  Es un tema que duele, duele tanto que a veces, cobardemente, intento alejar de mis pensamientos, incluso llegué a apagar dos veces la radio al empezar esta canción, pero no lo voy a hacer más. Llega un momento en el que piensas: bueno, pues si hay que salir y plantar cara... se sale, y punto. Vale más morir de pie que vivir siempre de rodillas, ¿no dijo eso el Ché Guevara? Pues lo dijera quien lo dijera, es que es así, es que ya está bien de estirar el cuello para que lo pisen con comodidad.
 Os pongo aquí abajo la letra para los que no tengáis tiempo de oír la canción, aunque, de verdad, escuchadla y, aunque no os guste el flamenquito, aprendedla y cantadla, tal vez con una canción se pueda llegar más rápido y fácilmente a las conciencias, tal vez la tarareen los chavales que solo se preocupan de sus botellones y su ropita nueva, y de pronto, mientras hacen palmas, se den cuenta de lo que están cantando, de lo que dice de verdad esa canción tan cañera, y comprendan que este es el momento de dejar de pedir y arrimar el hombro, el momento de dejar de beber y empezar a luchar, a pensar por uno mismo, a unirnos todos contra ese enemigo en el que se han convertido estos políticos que solo saben insultar a los oponentes y echarse flores a ellos mismos, y tocan el violín mientras Roma  se les quema en sus narices.
 Que decía Antonio Gala: "y si a nuestros gobernantes les llamamos "nuestros", no es porque nos gobiernen a nosotros, sino porque gobiernan en nuestro nombre."
 ¿De verdad alguien se siente representado por los que nos gobiernan ahora, o por los que nos gobernaban el año pasado? 

Letra "Desahucios", de Fernando Caro.
Después de llevar media vida
pagando los salarios de mi casa,
me tratan como si fuera un perro,
me echan sin decir media palabra.

A ver cómo le cuento yo a mis hijas
que guarden sus muñecas en una caja,
y que esta noche duermen con su abuela,
a ver cómo les explico esta jugada.

Vengo pedirle, señor juez, que no lo haga.
porque la ayuda me han quitado,
y no tengo nada.
Que ya no sé qué voy a ser, 
que ya no sé qué voy a ser...

Quíteme la luz del sol o quíteme la vida,
también la ilusión, llévese mis sueños,
y déjeme sin nada.

Quíteme la religión, quíteme la conciencia
con esta canción, llévese mis recuerdos,
y déjeme sin alma.

Quíteme la luz del sol o quíteme la vida,
también la ilusión, llévese mis sueños,
y déjeme sin nada.

Quíteme la religión, quíteme la conciencia
con esta canción, llévese mis recuerdos,
y déjeme sin alma.

Ahora mi casa es como un trinchera,
me veo con mis manos encadenadas,
consciente de que aquí no hay quien se mueva,
aún no he perdido la esperanza.
La vida se complica y no comprendo
como he llegado a esta encrucijada
de leyes que dictaron estos necios,
los necios que pueden pagar su casa.

Vengo pedirle, señor juez, que no lo haga
porque la ayuda me han quitado,
y no tengo nada.
Que ya no sé qué voy a ser, 
que ya no sé qué voy a ser...

Quíteme la luz del sol o quíteme la vida,
también la ilusión, llévese mis sueños,
y déjeme sin nada.

Quíteme la religión, quíteme la conciencia
con esta canción, llévese mis recuerdos,
y déjeme sin alma.

Pero no me dejes en la calle,
no destruyas mi garganta
que aquí yo no soy el culpable,
no he perdido la esperanza.

Quíteme la luz del sol o quíteme la vida,
también la ilusión, llévese mis sueños,
y déjeme sin nada.

Quíteme la religión, quíteme la conciencia
con esta canción, llévese mis recuerdos,
y déjeme sin alma.

miércoles, 14 de noviembre de 2012


                    LA MECEDORA

   Me gustan las tradiciones.
  Recuerdo cuando era una niña, sentada en la mecedora de la abuela y ella sirviendo el té, exacta y exquisita en sus movimientos repetidos a lo largo de generaciones.
  -En esa mecedora -me contaba- murió tu abuelo.
  Yo no recuerdo al abuelo, pero, por lo que fui deduciendo de historias familiares, no me perdí gran cosa.
 A mi padre sí le conocí; murió joven.    
   Algún día repetiré, con mi hija, las palabras tantas veces escuchadas:
  -En esa mecedora -le diré- murió tu abuelo.
  A mi marido no le he dicho nada, porque también a él le gusta sentarse en la mecedora. Es antigua, pero los muebles, en mi familia, perduran.
  Los mantenemos con amor.
  Le miro balancearse en la mecedora, como tomando impulso para saltar sobre mí. Las mujeres de mi familia no hemos tenido suerte con nuestras parejas.
  Voy a servirle el té. Le acerco la mesita de caoba, otra reliquia de la abuela.
  También es una tradición en las mujeres de mi familia mezclar arsénico con el té de ellos.
  Ya os he dicho que me gustan las tradiciones.                           

miércoles, 7 de noviembre de 2012


   Hace unos años, compré en una librería de viejo un tocho de muchísimas revistas encuadernadas juntas. Eran de los años 50; no puedo recordar el título, pero tenían ese encanto que, afortunadamente, solo queda en recuerdo: los consultorios sentimentales, aquellos consejos de "cuidar al marido", "callarte tus problemas pues los suyos son, sin duda, mucho más importantes", etc., etc. 
 En cada revista, publicaban un poema; igual podía ser de Bécquer que de una lectora o lector desconocidos. Entre ellos leímos uno, el que nos impresionó a las dos muchísimo, firmado por José Ángel Buesa.
 No supe nada de ese autor hasta que, años después, tuve Internet y lo busqué. Y caí rendida a sus pies. Además, ¡nació, como yo, un 2 de septiembre! 
 Como ya va tocando una entradita, he pensado que voy a poner uno de sus hermosos poemas, triste -como todos- y que llega muy adentro.
 Espero que lo disfrutéis tanto como yo.



POEMA DE LA DESPEDIDA

Te digo adiós, si acaso te quiero todavía.
Quizás no he de olvidarte... pero te digo adiós
No sé si me quisiste... No sé si te quería.
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No se si te amé mucho... No se si te amé poco...
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré.
Pero al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida
mi más hermoso sueño muere dentro de mí.
Pero te digo adiós para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

                                  José Ángel Buesa

Contacto

Ana Vega Burgos
anavegaburgos,@hotmail.com